cuando las cervezas que te has tomado dejan de contarse con los dedos de las manos, te tumbas en el pasto. ya lo he dicho. aburre. y ahí estaba yo, con todo ese ruido. y me puse a mirar al cielo. y allí estaba ella. blanca. retorcida. una inmensa mierda, en el cielo. un día fantástico: horriblemente caluroso, buscando la sombra como si fuese oro, bebiendo cerveza tras cerveza y, de repente, aparece una mierda en el cielo. joder, eso hace que te replantees la vida.
te levantas y vas a dar una vuelta. vas esquivando a la gente y te encuentras, de frente, con un caballo. y esa bestia te mira, con su cara estúpida y te dedica una cagada. y todos sabemos cómo caga un caballo...
sigues tu camino. llegas a uno de esos lavabos móviles que ponen en las fiestas. el olor es horrible. haces cola. y, cuando llegas al water: una mierda enorme te saluda desde el fondo.
deshaces tu camino: mierda de water, mierda de caballo... y vuelves a tu pedazo de tierra, te tumbas y miras esa preciosa mierda blanca en el cielo. más cerveza.
vuelves a casa, después de un día a base de cerveza y poco más, y decides devolver al mundo parte de lo que el mundo te ha dado: una fantabulosa mierda-cerveza. tiras de la cadena y la mierda se va.
la vida es maravillosa.
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